EL CASO EXCALIBUR
Por la Dra. Núria Querol Viñas
Todavía me cuesta digerir las noticias que me llegaban la semana pasada a EEUU sobre el angustiosa caso de Excalibur mientras me encontraba en un congreso. Me parecía del todo inverosímil que la CAM decidiera sacrificar el perro de la auxiliar de enfermería infectada de Ébola, Teresa Romero, y de su pareja, Javier Limón. No podía creer que una orden judicial para sacrificar un animal se dictara a tanta velocidad cuando otras órdenes para proteger a personas o animales tardan mucho más. Javier Limón hizo una llamada desesperada desde su aislamiento en forma de un emotivo vídeo suplicando a las autoridades que salvaran su perro. Ni el clamor de los ciudadanos, ni la opinión de expertos, ni el hecho de que no haya ningún caso documentado de transmisión de humanos a perros, ni la condena internacional sirvieron para detener un engranaje cruel y victimizador. No sólo Teresa era retratada como la responsable última de su contagio, sino que se sacrificaba un perro inocente sin ninguna base científica.
Excalibur se convirtió en un símbolo de la indefensión de los ciudadanos ante un sistema desprovisto de humanidad quedando en brutal evidencia ante el mundo entero. No hace falta que os diga que los comentarios y las críticas tanto de los expertos como de la prensa internacional fueron , y todavía son, durísimos contra la actuación de la CAM en la crisis del Ébola.
Si Excalibur, Teresa y Javier vivieran en Dallas, Teresa sería considerada una heroína por arriesgar su vida por tener la generosidad de velar por otro ser humano. Si vivieran en Dallas, el alcalde Mike Rawlings, mientras visita puerta por puerta a los vecinos para tranquilizarlos, les hubiera prometido proteger su perro. Si vivieran en Dallas, Excalibur estaría en cuarentena en su piso mientras Dallas Animal Services, la Dallas SPCA y el Ayuntamiento trazan, con la ayuda de expertos, un plan para la cuarentena. Si vivieran en Dallas, los equipos de limpieza habrían ido cada día en proporcionar agua y comida al animal. En realidad, tampoco habría que vivir en Dallas, sino en un lugar donde la administración demuestre empatía y cordura: empatía para ayudar a los ciudadanos a los que sirve y cordura para actuar con inteligencia, serenidad y madurez. Quizás no hace falta ni coger un avión para ir a un lugar así, sino una papeleta y una urna.
El cas Excalibur http://www.totsantcugat.cat/ca/notices/2014/10/el-cas-excalibur-23961.php
Por la Dra. Núria Querol Viñas
Todavía me cuesta digerir las noticias que me llegaban la semana pasada a EEUU sobre el angustiosa caso de Excalibur mientras me encontraba en un congreso. Me parecía del todo inverosímil que la CAM decidiera sacrificar el perro de la auxiliar de enfermería infectada de Ébola, Teresa Romero, y de su pareja, Javier Limón. No podía creer que una orden judicial para sacrificar un animal se dictara a tanta velocidad cuando otras órdenes para proteger a personas o animales tardan mucho más. Javier Limón hizo una llamada desesperada desde su aislamiento en forma de un emotivo vídeo suplicando a las autoridades que salvaran su perro. Ni el clamor de los ciudadanos, ni la opinión de expertos, ni el hecho de que no haya ningún caso documentado de transmisión de humanos a perros, ni la condena internacional sirvieron para detener un engranaje cruel y victimizador. No sólo Teresa era retratada como la responsable última de su contagio, sino que se sacrificaba un perro inocente sin ninguna base científica.
Excalibur se convirtió en un símbolo de la indefensión de los ciudadanos ante un sistema desprovisto de humanidad quedando en brutal evidencia ante el mundo entero. No hace falta que os diga que los comentarios y las críticas tanto de los expertos como de la prensa internacional fueron , y todavía son, durísimos contra la actuación de la CAM en la crisis del Ébola.
Si Excalibur, Teresa y Javier vivieran en Dallas, Teresa sería considerada una heroína por arriesgar su vida por tener la generosidad de velar por otro ser humano. Si vivieran en Dallas, el alcalde Mike Rawlings, mientras visita puerta por puerta a los vecinos para tranquilizarlos, les hubiera prometido proteger su perro. Si vivieran en Dallas, Excalibur estaría en cuarentena en su piso mientras Dallas Animal Services, la Dallas SPCA y el Ayuntamiento trazan, con la ayuda de expertos, un plan para la cuarentena. Si vivieran en Dallas, los equipos de limpieza habrían ido cada día en proporcionar agua y comida al animal. En realidad, tampoco habría que vivir en Dallas, sino en un lugar donde la administración demuestre empatía y cordura: empatía para ayudar a los ciudadanos a los que sirve y cordura para actuar con inteligencia, serenidad y madurez. Quizás no hace falta ni coger un avión para ir a un lugar así, sino una papeleta y una urna.
El cas Excalibur http://www.totsantcugat.cat/ca/notices/2014/10/el-cas-excalibur-23961.php
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