Rose Margarita Suárez era una señora que amaba a los animales ante todas las cosas. Durante toda su vida se dedicó a cuidar de perros callejeros necesitados y los alimentaba. “Eran más importantes ellos que ella misma”, explicó una de sus hijas hace una semana cuando anunció el triste fallecimiento de su madre.
Durante el funeral de Margarita Suárez, celebrado en Cuernavaca (México), se vivió un momento de lealtad que dejó a todos los asistentes impresionados y emocionados. Patricia Urrutia, hija de la fallecida, narró el maravilloso e inexplicable momento cuando mientras velaban al cuerpo de Rose, una manada de perros llegó y se sentaron dentro de la sala.
Los perros se quedaron toda la noche haciendo guardia junto a la persona que quizás fue la más importante de sus vidas.
A la mañana siguiente los perros salieron pero al cabo de una hora volvieron y se quedaron de nuevo despidiendo a su querida familiar.
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