Estábamos tan contentos, teníamos tantas fotos preciosas que compartir con vosotros y tantas ganas de trabajar duro para sacar esto adelante.
¿Y cómo se hace para seguir? Se llama Momo y agonizaba en un descampado de Cazalla de la Sierra, un pueblo de Sevilla. Al recibir la foto en el Whatsapp, dios mío, qué ganas de llorar, cuánta rabia y cuánta vergüenza.
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué es de la compasión, de la empatía, del cariño o de la solidaridad? ¿Cuánto tiempo llevaba Momo muriendo de hambre sin que nadie le prestara atención? Dios mío, ¿por qué y para qué tanto dolor?
Sólo podemos hablar de dolor, de polvo, de calor, de soledad, de miedo, de hambre y de un cuerpecito pequeño y llagado que temblando agonizaba en un suspiro.
Momo es alguien, no es algo a lo que se pueda despreciar hasta la muerte; Momo no es una herramienta de trabajo pero tampoco es una puta mascota. Momo tenía derecho a que lo quisieran mucho, a que lo respetaran, a que lo trataran desde la dignidad que merece cualquier habitante del planeta. Ya está bien de tanta impunidad, de tanto desprecio y de tanta estupidez ¡YA BASTA!
Momo está en la clínica de Sevilla Este y se muere. Lo están intentando nuestras vetes, y no lo van a dejar solo y lo van a hacer todo, y nosotros estamos ahí con él. Pero se muere, está cansado de vivir y de sufrir.
Esto no se termina nunca y algunos por aquí ya estamos, de verdad, demasiado agotados de tanto horror. Pobres almas inocentes, pobres animales a merced de una especie cruel.
¿Y cómo se hace para seguir? Se llama Momo y agonizaba en un descampado de Cazalla de la Sierra, un pueblo de Sevilla. Al recibir la foto en el Whatsapp, dios mío, qué ganas de llorar, cuánta rabia y cuánta vergüenza.
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué es de la compasión, de la empatía, del cariño o de la solidaridad? ¿Cuánto tiempo llevaba Momo muriendo de hambre sin que nadie le prestara atención? Dios mío, ¿por qué y para qué tanto dolor?
Sólo podemos hablar de dolor, de polvo, de calor, de soledad, de miedo, de hambre y de un cuerpecito pequeño y llagado que temblando agonizaba en un suspiro.
Momo es alguien, no es algo a lo que se pueda despreciar hasta la muerte; Momo no es una herramienta de trabajo pero tampoco es una puta mascota. Momo tenía derecho a que lo quisieran mucho, a que lo respetaran, a que lo trataran desde la dignidad que merece cualquier habitante del planeta. Ya está bien de tanta impunidad, de tanto desprecio y de tanta estupidez ¡YA BASTA!
Momo está en la clínica de Sevilla Este y se muere. Lo están intentando nuestras vetes, y no lo van a dejar solo y lo van a hacer todo, y nosotros estamos ahí con él. Pero se muere, está cansado de vivir y de sufrir.
Esto no se termina nunca y algunos por aquí ya estamos, de verdad, demasiado agotados de tanto horror. Pobres almas inocentes, pobres animales a merced de una especie cruel.
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