En memoria de Gordi (escrito de Villabichos)

¡¡¡¡ La que has armado, Gordi !!!!

Seguro que ahora estás, asomado desde tu nube, asombrado ante todo esto..... Tú sólo te acercaste al bordecito para volver a ver, desde allá arriba, a tu familia...a tu querida Miryam. Sólo querias ver que todo estaba bien, como siempre ha estado....

Y encuentras los ojos de Miryam llenos de lágrimas.....lágrimas que se unen a las de 8000 amigos más. Lágrimas que caen a la tierra para regar la semilla que ya ha empezado a germinar...

Te preguntas qué tiene que ver esto contigo... Claro, tu solo hiciste lo que mejor sabes hacer:

Ser compañero y amigo, esperar pacientemente junto al ordenador, hacer reir cuando más se necesita, pasear, jugar, revolcarte en la arena..... solo disfrutaste de la vida, de la comida, de los juegos, del amor de la familia..... Como cualquier otro perro. ¡¡¡¡ Que importa la raza !!!!
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Y poco a poco conseguiste hasta cambiar el lenguaje, Pasaste de ser un perro de caZa a ser un perro de caSa. Sólo una letra que cambia totalmente una vida.....

Una casa en lugar de un zulo, un paseo en lugar de una cacería, pienso y chuches en lugar de pan duro, abrazos en lugar de patadas... y una vejez rodeado de cariño en lugar de un tiro o una cuerda en el campo.

Ya no sorprenden los setters paseando con sus dueños, los pointers viajando de vacaciones, los bretones jugando con los niños, los galgos luciendo su elegante estampa en la ciudad.....

Y tú, Gordi, eres, en gran parte, el culpable. Así que no te asombres si a tu nube empiezan a llegar bracos gorditos, podencos viejecillos hablando de sofás..... y si, al verte, sonrien y dicen los unos a los otros ; " Mira, es Gordi. El perrito de Myriam, el de "perros de casa",

viernes, 12 de marzo de 2010

Dos de Antonio Gala

PERROS DE CUNETA

No hay animal más triste que un perro de cuneta. Cuando llega el verano, buscan con la punta de su frágil hocico el imposible camino de regreso a casa. Han sido despojados del collar, rebajados a la categoría de engorro que se tira cual mueble viejo para la hoguera de San Juan.
Puede que el perro sea el mejor amigo del hombre pero no todos los hombres merecen ser amigos de los perros. El verano pasado viajaba yo hacia el sur, por carretera, como siempre. Me habían invitado a inaugurar un centro cultural que llevará mi nombre en una calle que incomprensiblemente todavía no lo lleva. Por prudencia, yo procuraba no mirar el paisaje para no tropezarme con el melancólico desconsuelo de esos animalillos abandonados a su perra suerte. Una vez dejan de ser cachorros, ya no son el capricho de infantiles y estridentes aprendices de matarife y conviene borrar las pruebas del delito. La infancia es, siempre lo he dicho, la escuela de los desalmados. Aunque no quería, en un momento dado miré fugazmente hacia afuera y allí le ví, perro sin dueño ni más rabia que el olvido. Nos detuvimos, claro, para recojerlo y adoptarlo. Lo acaricié, lo abracé e intenté aplacar sus temblores con silencio y respeto, dos formas de mudo y mutuo sentimiento.
Era de noche. A la carretera la engulló un paisaje que le rezaba a la Luna con la oración monocorde de los grillos. Sentí que el perro se dormía y percibí el latido de su corazón, costalero en la cuesta de Iscariote. Así seguimos, yo preguntándome qué clase de animal podía haberle abandonado, acostumbrándome a sus jadeos de jubiloso pedigüeño. A lo lejos, las estrellas fugaces rasgaban el telón tejido por San Lorenzo. Si cierro los ojos, puedo oler los días que siguieron: mis perrillos y yo, en un campo de amapolas, brincando y jugando. Cada nuevo perro es una aventura y me produce una desazón parecida a la que experimento en las noches de estreno, cuando la obra todavía es un esperanzador melón por abrir. Enigmático, el perro dormía entre mis brazos, ajeno a la realidad de desastres e injusticias que desgranaba la radio. Cerca de Córdoba, nos detuvimos. Se escuchaban, lejanas, bulerías rociadas con esdrújulos acordes de bordones y palmas. El perro se despertó. Nos miramos. "Te llamarás Azahar", le dije casi entre susurros, "porque es una palabra que nadie pronuncia mejor que yo".


MALDICION

Maldigo con la más rotunda de las maldiciones, a quienes, por estas fechas u otras, abandonan a sus animales de compañía. No son dignos de los unos y de la otra. Les deseo que un día sean ellos los abandonados (y seguramente acabarán por serlo) de sus mujeres, sus hijos, de sus amigos... Por egoístas despreciables. Por posponer a un ser vivo, dependiente, amable en estricto sentido, generoso y fiel a sus propios proyectos de vacación y de comodidad. Por rescindir una relación cuando les parece conveniente. Por hijos de la gran puta. Con perdón.

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