En memoria de Gordi (escrito de Villabichos)

¡¡¡¡ La que has armado, Gordi !!!!

Seguro que ahora estás, asomado desde tu nube, asombrado ante todo esto..... Tú sólo te acercaste al bordecito para volver a ver, desde allá arriba, a tu familia...a tu querida Miryam. Sólo querias ver que todo estaba bien, como siempre ha estado....

Y encuentras los ojos de Miryam llenos de lágrimas.....lágrimas que se unen a las de 8000 amigos más. Lágrimas que caen a la tierra para regar la semilla que ya ha empezado a germinar...

Te preguntas qué tiene que ver esto contigo... Claro, tu solo hiciste lo que mejor sabes hacer:

Ser compañero y amigo, esperar pacientemente junto al ordenador, hacer reir cuando más se necesita, pasear, jugar, revolcarte en la arena..... solo disfrutaste de la vida, de la comida, de los juegos, del amor de la familia..... Como cualquier otro perro. ¡¡¡¡ Que importa la raza !!!!
,
Y poco a poco conseguiste hasta cambiar el lenguaje, Pasaste de ser un perro de caZa a ser un perro de caSa. Sólo una letra que cambia totalmente una vida.....

Una casa en lugar de un zulo, un paseo en lugar de una cacería, pienso y chuches en lugar de pan duro, abrazos en lugar de patadas... y una vejez rodeado de cariño en lugar de un tiro o una cuerda en el campo.

Ya no sorprenden los setters paseando con sus dueños, los pointers viajando de vacaciones, los bretones jugando con los niños, los galgos luciendo su elegante estampa en la ciudad.....

Y tú, Gordi, eres, en gran parte, el culpable. Así que no te asombres si a tu nube empiezan a llegar bracos gorditos, podencos viejecillos hablando de sofás..... y si, al verte, sonrien y dicen los unos a los otros ; " Mira, es Gordi. El perrito de Myriam, el de "perros de casa",

domingo, 22 de noviembre de 2009

Un cuento de un perro. San Bernardo





La rueda de un carruaje hirió la pata de un hermoso
perro de San Bernardo. Iba éste hacia su casa cojo y
dolorido, y al verlo pasar un herrero, le dió lástima.
Lo llamó, le lavó la herida, puso en ella unas gotas
de bálsamo y la vendó cuidadosamente. El perro
siguió haciendo visitas diarias al herrero, éste lo siguió
curando, y al cabo de una semana el perro estaba
curado por completo.

No se olvidó por eso de su bienhechor, a cuyo taller
acudía con frecuencia, para mostrarle su
agradecimiento.

Habían pasado algunos meses cuando una mañana
encontró el herrero en la puerta de la herrería dos
perros. Uno de ellos era su antiguo amigo, el de
San Bernardo, y el otro un galgo que tenía la pata
herida y llena de sangre.

El herrero quedó asombrado de aquel rasgo de
inteligencia y de nobleza de sentimientos en un animal,
y se puso a curar al galgo. El de San Bernardo hizo
entonces grandes demostraciones de agradecimiento
y de cariño, mientras el herrero, llorando de gozo, le
decía:

Hiciste bien, y te lo agradezco. Sabías que
podías contar con tu antiguo amigo, y no sólo has
favorecido a este perro, sino que me has dado una
mañana feliz.

Nota: no sé de quién es este cuento, lo encontré una vez por casualidad y lo guardé. Espero que os guste...

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